Las sesiones fotográficas de embarazo son mis favoritas, no por los resultados finales sino porque la experiencia es diferente. Las parejas que se acercan para realizar una sesión de embarazo (usualmente primerizas) van llenas de expectativas o dudas, y al estar pasando por un momento completamente nuevo para ellos, tienen las emociones a flor de piel lo que convierte la sesión en algo mucho más íntimo.
Usualmente tienen muchas más ganas de expresar emociones de lo normal. Cada uno llega con miedos diferentes pero tienen en común que, aunque sienten miedo, se sienten bastante informados y listos para el reto. Sus amigos, familia, doctores y seguramente mucho contenido en internet les ha advertido acerca de los riesgos, la recuperación post parto, las crisis emocionales, el impacto económico, etc. Todo menos una cosa, lo que pasará en su relación cuando venga el bebé.
Para los que somos padres, ya sabemos de qué va esa etapa. Toda la atención y esfuerzo de ambos están enfocadas en atender y cuidar al bebé y tanto el cuidado propio como de pareja, quedan en último lugar en la lista de prioridades.
Es difícil gestionar esta tensión. Individualmente es un reto, pero como pareja es algo un poco más complicado por la expectativas que silenciosamente creamos y por el poco espacio para poder comunicar lo que pasa con cada quién. Es el momento en donde más es necesario comunicarse, y en donde menos se hace.
La intimidad es también un reto nuevo. Reservar un espacio para el sexo ahora es un una hazaña, y ahora el cansancio físico y emocional lo hace diferente. No es imposible, pero requiere de un esfuerzo extra que anteriormente no era necesario. No se puede negar que el sexo cambia, no empeora o mejora, simplemente cambia.
Pasan demasiadas cosas en un periodo muy corto de tiempo. No es nada fácil, y puedo comprender porqué a muchos que no supimos gestionar bien esta situación, más tarde que temprano nos pasó factura. Creo que se le da muy poca importancia a la terapia de pareja en esa etapa, ojalá y eso vaya cambiando poco a poco.
Una parte de las parejas que llegan al estudio en el embarazo vuelven un año después para el smash cake o fotos de su hijo. Los bebés ya caminan, comen, y tienen mil gracias que hacen la sesión divertida. Pero a todas las parejas les insisto en la necesidad de alguien más que los acompañe, porque esa persona será responsable de cuidar al bebé mientras dedicamos una parte de la sesión solamente para ellos. Sus rostros han cambiado, sus historias y emociones son diferentes, pero han sobrevivido. Eso también merece ser retratado.