Hace unas semanas estuve presente en una charla con fotógrafos que, además de compartir cervezas e historias, discutían sobre la definición de la fotografía. Una reunión que sería corta terminó siendo una larga plática en donde algunos citaron a Sontag, otros a Barthes, y debatían si la fotografía era un arte o una forma de coleccionar; un acto técnico o un acto artístico; un gesto personal y subjetivo, o algo fácilmente medible y ponderable. y como era de esperar, no se llegó a ninguna conclusión.
Luego surgieron los ejemplos de grandes fotógrafos, de la forma en que veían el mundo y creaban su historia. Mientras Bresson buscaba el instante decisivo, Avedon intentaba mostrar lo invisible. Cada uno definió estilos y movimientos que inspiraron a muchos de los allí presentes. Una vez más, no se llegó a ninguna conclusión, pero la charla se volvió más fluida, más personal.
Y realmente no esperaba que se llegara a una respuesta definitiva. Me fascinó callar y escuchar la opinión y la percepción de personas con muchísima más experiencia que la mía, con trayectorias sólidas que validan cada palabra. Escuché atentamente durante horas. Citaron fotógrafos, autores, conceptos y logré tomar apuntes mentales y guardé nombres en mi teléfono que ahora están en mi lista de investigación.
Lo que realmente me sorprendió fue que nunca alguien habló de lo que la fotografía era para ellos.
Después de escuchar —y sin poder participar en la conversación (hay ciertos círculos donde aún hay que pagar derecho de piso)— me quedé pensando.
¿Qué es la fotografía para mí? Escuché muchos conceptos interesantes, pero ninguno representa lo que significa para mí.
Para mí, la fotografía es la conversación antes de un disparo. Es la música que elijo como soundtrack de la sesión. Es la madrugada después del evento, comiendo lo que sea, cansado pero en paz.
Fotografía son los libros que leo y me dejan con más preguntas que respuestas. Las películas que comento con Clau, cuadro por cuadro y esas fotos que parecen triviales, pero que adornan nuestras conversaciones.
Es la risa de la familia al ver en foto cómo éramos y también, la ausencia de quienes ya no están.
Podríamos discutir sobre el concepto teórico, el fin práctico o el significado filosófico de la fotografía, pero al final, lo que más importa es lo que significa para mí. Y me quedo en paz con eso.
La fotografía es toda la experiencia, con lo bueno y lo malo que trae consigo.
Y es solo desde allí, desde esa vivencia íntima, que puedo convertir la cámara en un instrumento de expresión, y no en un simple mensaje.
¿Y para vos, qué es la fotografía?
Qué bonito, Fer. Me ha encantado.
Yo no soy fotógrafa. Solo recurro a ella para explorar una parte de mi cerebro que normalmente está dormido o pasivo. Y ha sido todo un descubrimiento lo que me hace sentir.
La fotografía es el momento exacto. Contiene historias, transmite emociones, congela instantes.
La fotografía es luz y es sombra. Y te enseña la fugacidad de cada momento. Es una manera de explorar y explotar el presente.
Para mí la fotografía es un modo diferente de mirar la vida.
Mi hermana se dedica a la fotografía y me gusta salir a pasear con ella y ver lo que capta con su cámara. No hay momento que me asombre mirando la pantalla y viendo fuera de la pantalla lo mismo pero no es lo mismo. Se capta (captáis) de otro modo la realidad y, ahí, reside su belleza (para mí).