Afrontar el duelo es algo diferente para todos porque reaccionamos condicionados a nuestro contexto social/personal, económico, ideológico o religioso. Al final de cuentas, el dolor nos golpea a todos pero no todos recibimos el golpe de igual forma.
Hace un par de años, volamos a Oaxaca (México) para poder presenciar la forma en que celebran el día de los muertos nuestros vecinos. Acompañados de un par de amigos fotógrafos emprendimos un largo viaje (que merece un newsletter propio) desde CDMX para poder entender porqué Oaxaca es conocida por esta celebración.
Fue una experiencia curiosa. El ambiente de fiesta, la decoración, la gente en las calles bailando y bebiendo hacía pensar que la celebración tenía un objeto totalmente distinto. Y eso era tan solo el preámbulo de la verdadera celebración, la que se dio en los cementerios.
Pocas veces he visto a tanta gente en tan poco espacio. Los cementerios llenos de familias que vienen a recordar a los suyos con dolor, pero con esperanza y una peculiar alegría que desentona con mi visión de la muerte. Demasiadas emociones, y aunque me tomó tiempo, luego entendí que no celebraban su muerte, celebraban su recuerdo.
Que forma tan curiosa de patearle el culo al dolor.
Si antes Oaxaca en el día de muertos era un pendiente, ahora lo es con más fuerza. Bellas esas imágenes, Fer.
Tus fotos me dejan sin palabras. Sublimes.
Si me lo permites, me gustaría recomendarte (y a quien lea mi comentario) el ensayo La muerte en común de Ana Carrasco Conde. Habla de cuestiones que mencionas en tu texto; de los rituales y su función, del acto de comer, etc.
Gracias.