Durante una breves vacaciones de fin de semana, tuve una experiencia peculiar que lamentablemente no me es tan común, pero sí necesaria. Decidimos salir junto con parejas de amigos, alquilar una casa de fin de semana, comer rico y pasarla bien. Era muy necesario para todos, y creo que cumplimos muy bien el objetivo de pasarla bien.
Por supuesto que la comida y bebida no faltó, y ya de madrugada, cuando el fuego del asador había menguado, las chicas dormían en las habitaciones y la música cesó, los hombres decidimos seguir con la conversación dentro de la piscina con un par de cervezas.
Pláticas que al inicio fueron superficiales y movidas por bromas y alcohol pero que poco a poco subieron de intensidad según pasaban las horas. Quizá fue el momento alejado de la rutina de trabajo y nuestras parejas, o quizá el lugar era el que motivaba a platicar en paz y sin riesgo a interrupciones. O quizá exista una ínfima probabilidad que el alcohol fuera el que desinhibió las personalidades y aflojó la lengua (!) Lo que haya sido, provocó conversacioens necesarias.
Conversaciones sobre como afrontar la paternidad, sus frustraciones, miedos, enojos e incertidumbre. - ¿Quién diablos nos enseña a ser padres? Conversaciones sobre los propios miedos al enfrentar escenarios que se escapan de nuestro control y también sobre los que fallamos al anticipar (y que no dejan de afectar a personas que dependen de nosotros). Los miedos de enfrentar compartir una vida con alguien a quién sin dejar de amar, muchas veces no entendemos.
Y recordé cuánta hermandad nos hace falta entre hombres. Suficiente presión externa tenemos sobre el papel que debemos cumplir como para añadir la angustia de tener que resolverlo solos. Platicar sin esperar que te den una solución, simplemente escuchar la forma en que los demás afrontan sus problemas, que dicho sea de paso, muchas veces son mucho más comunes de lo que creemos.
Que se haga algo común entre nosotros, que nos demos la oportunidad de bajar el ritmo, retomar fuerzas y seguir peleando con nuestros demonios. Salud por eso.
Me encanta esta reflexión porque siento que trajiste un tema a la mesa sobre el que se habla muy poco. Es fácil creer que los hombres no hablan porque no les pasa nada, pero todos necesitamos expresarnos y pareciera que las mujeres lo tengamos más habilitado que ustedes. Así que yo también brindo porque tengan más espacios en los que se sientan cómodos para abrirse👏🏼